La mayoría de los avances tecnológicos del siglo XX y XXI han sido el resultado de la evolución de logros de otros tiempos a los que se han aplicado nuevos descubrimientos, tales como nuevos materiales, nuevas técnicas o nuevas fuentes de energía.
En el comienzo de nuestra existencia, el ser humano tenía que hacer frente a necesidades relacionadas con la supervivencia: encontrar alimentos, cobijarse en la intemperie, protegerse frente al ataque de los animales y otras tribus, y/o desplazarse de un lugar a otro en busca de alimentos o mejores condiciones de vida. Para resolver estos problemas, se recurría a la invención y realización de diferentes productos (herramientas, armas, construcciones sencillas, ropas y utensilios).
Las diferentes necesidades han dado lugar a gran variedad de productos asociados a ellas
Los productos muestran un aspecto y unas prestaciones de acuerdo con las condiciones sociales y conocimientos tecnológicos de cada momento
El modo de satisfacer las necesidades, así como los objetos que ayudan a satisfacerlos, han ido cambiando a lo largo de la historia. En algunos ha cambiado la forma, en otros los materiales con los que se fabrican o la fuente de energía que precisan para su funcionamiento. Algunos objetos, como la pala o el martillo, apenas han cambiado a lo largo de los siglos, mientras que otros, como la plancha o el teléfono, han cambiado mucho en muy poco tiempo.
Por tanto, el estudio de la evolución histórica de un determinado objeto tecnológico no es una mera enumeración de inventos y fechas; por el contrario, es necesario enmarcar dicha evolución dentro de las distintas épocas y periodos sociales con el fin de comprender la verdadera importancia de cada ingenio creado por el ser humano.
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